jueves, 21 de mayo de 2015

Randazzo: el Flaco de Cristina

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Mucha polvareda levantó entre propios y extraños la gaffe de Florencio Randazzo en su encuentro con Carta Abierta, al decir que con Scioli “el proyecto se queda manco”. Caza de brujas clarinista alegan de un lado,falta de códigos del otro. Lo cierto es que lo que parece más una torpeza que una maldad, revela dos cosas: que el inconsciente le jugó una mala pasada al ministro y que peor quedó el auditorio de intelectuales que festejó con risas francas el involuntario chiste. Este “error no forzado” del flaco Randazzo provoca que el día en que Cristina comparte con él cadena nacional inaugurando obras ferroviarias, estén todos hablando del chiste “del manco”.
¿Por qué tanta pica entre Randazzo y Scioli? Al ministro, que corre de atrás en las encuestas al gobernador y ex vicepresidente, no le queda más opción que confrontar para sumar puntos. Es algo tan cierto como que el candidato que va perdiendo pide el debate. Nada fuera de lo común. Sucede que es el rol que le toca jugar a Randazzo el que lo predispone a este tipo de situaciones. Voluntaria represa para la ola naranja, Florencio sobreactúa la disputa del hombre de la política (de partido) contra el candidato nacido en el jet set deportivo y mediático.
Los purismos pertenecen al reino de la no-disputa de poder y estamos hablando de dirigentes políticos de primer orden, conviene por tanto historiar recorridos, analizar gestiones, evaluar discursos, ponderar alianzas.

Desmitificar

Nadie que haya hecho política desde el peronismo en los negados y simplificados años noventa pudo no ser menemista o duhaldista. Es algo biológico, generacional. ¿Cómo se deja de hacer política en 1991 y se vuelve en 2003 y además, “se llega”? Así piensan los angelitos, diría un General.
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Partiendo de esta base, es muy meritorio que Randazzo haya hecho la “escuelita” de la militancia, que implica volantear, afichear, fiscalizar, pintar paredones. Hacerse de abajo. De ahí a la Intendencia de Chivilcoy y jugar en la liga provincial hay un paso, si se tiene pasta. El flaco pega el salto cuando es nombrado ministro Modernizador del Estado en la gestión de Solá (luego de la huida de Ruckauf hacia la cancillería, con la provincia incendiada post 2001). Sucede que el manual decía que para sobrevivir como gobernador, Solá debía aumentar su autonomía del duhaldismo (en la legislatura, en el gabinete, en los territorios) y esa necesidad mutua lo hermanó con Néstor Kirchner, que vivía el mismo dilema a escala nacional. Y el instrumentador operativo de esa alianza fue Randazzo, el canal de diálogo de Néstor con la gestión provincial, evidenciado en hechos como la paritaria docente, que cuando ya no daba para más, Nación aportaba el dinero y Baradel se enteraba por Florencio.


El salto nacional se produce con Cristina en 2007, llegando al ministerio del Interior (sin el control de las fuerzas de seguridad, que se las llevó Aníbal a Justicia). Desde allí Florencio desplegaría una de sus mayores virtudes y marca registrada: su capacidad de gestión. Primero con los DNI (rápidos, baratos, transparente), luego con los Pasaportes, la Agencia de Vialidad (incorporando a un gran comunicador como el Flaco Traverso) bajando los accidentes en ruta. Luego sucede la tragedia de Once, combo letal de un negligente motorman y una política ferroviaria que no estaba a la altura de los cambios ocurridos en el país desde 2003. Concesiones dolosas a cambio de un servicio “gratis”, sindicatos con demasiado poder, tercerizaciones, negocios varios y un nivel de desinversión de décadas configuraron una trampa mortal que el pueblo argentino no se merecía. Ese desafío le asignaron a Randazzo y ese desafío aceptó.
Al coraje político en la decisión de Cristina se correspondió un nivel de inversión que permitió renovar vías, estaciones, vagones y toda una serie de mejoras que Randazzo hizo en tiempo récord y enfrentando oposiciones a veces insólitas como la de los sindicatos ferroviarios. Éste éxito mayor de gestión (y la confianza depositada en él por Néstor y Cristina desde la época de Solá) le valió la nominación a precandidato presidencial por el Frente para la Victoria.

Para conducir, sintetizar

Pero no todo es gestión en esta vida y la política se compone de muchos otros elementos. Como la capacidad discursiva (sea en el Congreso en un informe de gestión, en un debate televisivo o en una encendido acto partidario), de negociación, de tejer alianzas, de la iniciativa política. En definitiva, la capacidad de conducir y de sintetizar.

Es legítimo marcar el origen en la militancia partidaria, el ser “un hombre de la política”, frente a candidatos con otros orígenes. Pero ese mismo origen impone preguntas: ¿Por qué le cuesta tanto a Randazzo sumar dirigentes medios y provinciales? ¿Dónde está su “Grupo Calafate” o su “Grupo San Martín”? ¿Por qué tan pocos sindicatos lo apoyan? Pareciera que Randazzo no sintetiza todas las corrientes que confluyen en el movimiento nacional (si llamarlo hoy peronismo o kirchnerismo es una discusión más larga) representadas en los gobernadores, los sindicatos, los movimientos sociales, la clase media no antiperonista, la juventud. Habrá que ver si con el empuje de Cristina alcanza en las encuestas y las urnas, logrando emular la fórmula que utilizó Lula para construir a Dilma.

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