sábado, 2 de mayo de 2015

Massa en Vélez


No todos los primero de mayo se lanza un precandidato a la presidencia. Precisamente eso hizo Massa en un estadio de Vélez repleto por las bases de los intendentes y sindicatos que lo apoyan. Si bien este tipo de demostraciones de fuerza es típicamente peronista por su poder de movilización, el acto tuvo muchos condimentos que lo hicieron original. Una estética cuidada fue uno de ellos, con shows en vivo para la familia, nuevos colores de campaña celeste y blanco, mucho vídeo por la pantalla gigante y un Massa caminando una pasarela que se adentraba en el campo, desenvuelto frente a su mega auditorio cual pastor evangelista. Un showman.
Si Mauricio Macri tuvo su semana de oro entre las elecciones de Santa Fe y las de Ciudad de Buenos Aires; esta semana, políticamente hablando, se la llevó Massa. Al acuerdo con el gobernador de Córdoba De la Sota para ir a unas internas abiertas del peronismo no kirchnerista, sumó este gran acto que en cierta medida sirvió para romper el cerco mediático del que los massistas insisten en que son víctimas, encuestas "truchas" y ninguneo mediático pro Macri mediante.
La realidad es que muchos en el kirchnerismo apostaron, sobre todo en las redes sociales, a un estadio semi vació que terminara con el mito Massa. Un clima poco benigno el sábado parecía cerrar la ecuación. Sin embargo, al lleno total se sumó una mística nada desdeñable que mediante miles de banderitas de argentina repartidas entre los presentes en el campo, himno coreado en las tribunas y hasta un improvisado "que los cumplas feliz" para el candidato que cumplió 44 años la semana pasada, mostró que la gente de ese estadio tenía ganas de estar ahí.
Massa por su parte aprovechó a fondo la ocasión para despacharse con un discurso redondo. No solo dejó patente su tremenda vocación de ser presidente (sus ganas de dar pelea hasta el final) sino que deslizó promesas a distintos sectores y esbozó un perfil suyo y de sus contrincantes. A los trabajadores los saludo en su día y prometió eliminar el impuesto a las ganancias y atacar la inflación. Al interior del país le garantizó relanzar las economías regionales eliminando las retenciones para dichos productos. A a la clase media metropolitana le juró combatir la inseguridad y el "garantismo zaffaroniano", algo que se sabe rinde electoralmente. A ese sector prometió también combatir la impunidad de la política a la que simbolizó, tal vez maccartystamente y yendo ciertamente más lejos que Macri, en los "ñoquis de La Cámpora" que él no permitirá que dejen plantados en el estado.


Promesas electorales aparte, es digno de destacar la construcción de su perfil como "hijo de inmigrantes" de clase media (nombró y enfocaron a sus padres al principio y al final de su discurso) frente a sus oponentes, tanto Macri como Scioli, que vienen de cuna de oro. Algo que rendondeó nombrando a sus hijos y ponderando a su mujer, mostrándose fuertemente "familiero" cosa que siempre paga electoralmente. Sin embargo, lo realmente llamativo fue la explicación por parte de Massa de qué es "el cambio justo", nuevo eslogan de campaña que sus adversarios no tardaron en ridiculizar con la imagen de las monedas que da un taxista o kioskero de vuelto. Es que Massa tal vez haya encontrado la fórmula ideológica-discursiva de evitar el ahorcamiento en las encuestas que le genera la polarización Macri-Scioli. Cuánto más se tensen los campos kirchnerismo-antikirchnerismo (o peronismo-antiperonismo, como ud. prefiera) la "ancha avenida" massista se va angostando hasta transformarse en una vereda de San Telmo.
Massa sabe que estas elecciones tiene más chances de ganarlas el candidato que dé con la fórmula químicamente más pura en la dosis exacta de "continuidad" y "cambio". Y Massa, cuál alquimista, realiza una operación discursiva que lo saca del lugar de "ni chicha ni limonada" en que lo habían colocado tanto el kirchernismo como el antikirchernismo y dice: ni el presente bobo que niega los problemas que es Scioli; ni el pasado neoliberal dinamitante de todos los logros sociales de esta década que es Macri.
Ni presente ni pasado: futuro. Brillante. Lo dijo claro: él fue el límite en 2013 al kirchnerismo desbocado reeleccionista y "lo sigue siendo", pero sacará por ley la Asignación Universal y no volverá a las AFJP.
No obstante, por más que dicha fórmula recapture votos y lo saque del cerco mediático, muchos factores más juegan de cara a octubre. Scioli cuenta con el respaldo de los gobernadores y la mayoría del sindicalismo. Macri cuenta con la preferencia mediática, el acuerdo con los radicales y el apoyo empresario. Habrá que ver si es verdad, como creen los massitas, que con una elección extraordinaria en provincia de Buenos Aires y Córdoba y un restito en el interior del país alcanza.  

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